Un asesino perplejo

 

La portada de ABC de hoy es un montaje. El hombre y su obra. El hombre se llama Santiago Arrospide Sarasola, por mal nombre Santi Potros. El alias profesional pertenece a una línea escatológica, a la que también pertenecen Dienteputo, Macagüen y otros. ‘Potros’ no quiere decir caballos jóvenes, sino ‘cojones’, aunque dada, la polisemia de  de esta voz, conviene precisar que el apodo no corresponde a los órganos sexuales masculinos en los que se residencia el valor, sino más bien a la variante ‘cojonazos’. Sus camaradas tenían de él una opinión memorable en cuanto a su meticulosidad y a su sentido del orden. De hecho, cuando fue detenido en septiembre de 1987, en Anglet, la Policía encontró dijo su cama una cantidad enorme de información que facilitó operaciones antiterroristas durante mucho tiempo. El significado más correcto de su apodo sería: «Tiene unos cojones que se los pisa» o «los huevos le van haciendo surco al andar».

El asesino ha salido a la calle porque los jueces de la sección Primera de la AN aceptó la petición de Potros, Plazaola y otros dos asesinos muy cualificados, Pakito y Caride Simón. La sección Segunda, en cambio, se la denegaba a otro. El Pleno del viernes pasado se dividía por la mitad entre los partidarios de computarles las penas cumplidas en el extranjero y los que no. El presidente de la Sala de lo Penal, mi tan largamente admirado Fernando Grande Marlaska, no consideró necesario poner orden.

Digamos ya los nombres de los jueces: Ramón Sáez Valcárcel, el hombre que liberó a Bolinaga. También fue el que absolvió a los 19 acusados del asedio al Parlamento de Cataluña. Los otros dos fueron Manuela Fernández Prado y Javier Martínez Lázaro.

A qué venían tantas prisas, cuando el miércoles pasado iba a entrar (y entró) en vigor una ley que trasladaba la decisión marco de la Unión Europea a nuestra normativa y que impide que los terroristas se descuenten las penas. El final general ha anunciado que recurrirá las excarcelaciones ante el Tribunal Supremo y es de temer que la interpretación de la ley hecha por estos tres magistrados permitirá acogerse al mismo beneficio a otros 50 terroristas presos, que solicitaron el mismo trato antes de la entrada en vigor de la ley. Tiene cojones (potros) Romanones. En el afortunado montaje de ABC, hasta el asesino parece sorprendido de que ahora los membrillos sean los jueces.