Pablo en el Ritz

Ayer tuvo lugar el debut de Pablo Iglesias en los salones del Ritz. A lo largo del desayuno informativo fue dejando caer lo mejor de sí mismo: » «Muchos aquí me imaginarían entrando en el Ritz rodeado de militares para expropiarlo, así como las pieles de visón de las señoras y los relojes de los caballeros». He aquí una muestra gratis, sin valor, de la manera de describir la realidad de tipos como éste. ¿Un 23 de junio, con 29º a la sombra, las señoras con visón?

También dijo que las camisas de algunos de los asistentes costaban mucho más que los mil euros que ganaban al mes algunos periodistas que cubrían el desayuno «y esto no es demagogia». Ah, qué lejos queda aquella famosa pregunta de cuánto cuesta un billete de metro en París. Vestirse en Alcampo es otra forma de desenfocar la realidad, según parece. ¡Y los precios!

Oigan el ofendido tono de quien descalifica al airado contradictor, el mismo camarero a quien esta tropa había elegido como su particular general Della Rovere en la puerta de su bar, una noche entre policías y manifestantes. Resultó que tenía a sus espaldas veinte años padecidos bajo el régimen chavista. Y que tiene familia aquí. ¿Usted asesora para que repriman a mi hija, estudiante de Comunicación? Mi mujer no puede comprar papel higiénico. Siempre pasa igual con las clases populares, esa chusma que lo mismo te roba una mesa de mezclas que te arruina el discurso. Él iba a hablar de la barca del amor y se le estrelló contra la vida cotidiana y el papel higiénico y la falta de pollo.

Al desayuno asistió el rector Carrillo, un hombre a quien, siguiendo la tradición familiar, o quizá inspirado en el personaje de Teddy Brewster de Arsénico por compasión, se le amontonan los cadáveres en el sótano. Allí pudo el rector tomar nota para el próximo boicot que promueva el Coletas contra la intervención de cualquier líder político en la Complutense. Contratar al servicio de seguridad del Ritz para haber echado a la mara de Pablo Iglesias apenas comenzó la bronca a Rosa Díez. Véanle dando la orden de comenzar la performance-

Dijo que «jamás» ha asesorado «para que repriman a nadie ni para que golpeen a nadie». «Nuestras armas (las que vendemos a Israel) no se utilizan para eso (matar palestinos) dijo Zapatero». «No he asesorado para que dejen a nadie en una situación económica difícil ni para que muerdan el cuello a los niños y le saquen la sangre, que a la vista del tono del caballero parece que algunos nos dedicamos a eso».

Pablo Iglesias jamás le dijo a Chávez o a Maduro que privaran de papel higiénico a la población venezolana, ni que desabastecieran los supermercados, ni que los pistoleros del régimen salgan de dos en dos en moto para disparar sobre los estudiantes. Esto, al parecer, le sale al régimen chavista de su buen natural. Ahora bien, si tampoco han asesorado a los gobernantes para que chupen la sangre (ah, la sangre como metáfora) a los niños, sería muy interesante conocer la naturaleza de los consejos que Iglesias y Monedero dieron  al Gobierno acogedor de terroristas y que sin duda contribuyeron a aumentar la felicidad de los venezolanos. Y las venezolanas, claro. De qué se consideran responsables. Lo dice el mismo tipo que unos minutos antes había dicho que le gustaría utilizar el Código Penal para llevar a prisión “a los responsables de la ruina social”. En todo caso, los 3,7 millones de euros recibidos en diez años por su fundación podrían haber conjurado la escasez de papel higiénico durante una larga temporada, al menos.

¿Qué decir de la melonada de que «el terrorismo ha producido un enorme dolor en nuestro país, pero también diría que tiene explicaciones políticas», que de otra manera  no se entendería que los tres últimos expresidentes del Gobierno hayan entablado conversaciones con las cúpulas de ETA? A medio camino entre la banalidad, la villanía y su acendrada costumbre de confundir el culo con las témporas. Todos los criminales tienen explicación. José Bretón, los asesinos y violadores de Alcasser, el asesinato de la niña Asunta Basterra, tienen explicación. Desde el humilde golpista, hasta el industrial genocida, todos los criminales a gran escala  tienen una explicación política: Auschwitz y Katyn, el Gulag y los pantanos de Ruanda. Y Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, el Ku Klux Klan, la dinastía de los Kim, la de los Castro, Franco, Idi Amín, Bocassa, Pinochet, ETA, el Grapo, los asesinos de Atocha, todos tienen explicación política.

Con ETA se negoció,-error-, no porque fueran políticos, sino porque eran terroristas que mataban. Hace unos días colgamos aquí un video en el que lamentaba retrospectivamente que no hubiéramos tenido guillotina para segar el cuello a algún monarca. Una vez más, confundía la gimnasia y la magnesia, el culo con las témporas, libertad con librería. Y los eslóganes de la Revolución francesa (liberté, egalité, fraternité) con el Terror, la guillotina de la plaza de la Concordia y las calceteras que jaleaban con idéntico entusiasmo el paso de las carretas con los ajusticiables: Luis XVI y María Antonieta, pero al año siguiente Danton y Robespierre. Las calceteras eran un círculo de ‘Podemos’ en el París de finales del XVIII. Ellas pasaban de eslóganes, lo que les molaba era la decapitación. Como a Pablo Iglesias Turrión.

El Ritz, en fin,  ya no es lo que era cuando tenía reservado el derecho de admisión y Victor Mature tuvo que llevar un montón de críticas cinematográficas en las que se decía que él no era actor. Si algún día llegamos a tener un Gobierno de coalición presidido por Pablo Iglesias, con Madina como vicepresidente primero y Cayo Largo (Caballero) como vicepresidente económico  y los tres entran al Ritz rodeados de militares y gritando ‘exprópiese’, será la única de sus medidas que no protestaré. Será una tropelía, sí, pero redimida por la justicia poética.