No dimita, concejala

Al parecer, la concejala socialista de Los Yébenes, Olvido Hormigo, va a dimitir esta tarde como consecuencia de que un video grabado por ella mientras se masturbaba ha sido difundido en la red. El video era un acto íntimo de Olvido Hormigos para su marido. A uno no se le alcanza la necesidad de que esta mujer dimita y suscribe al pie de la letra el llamamiento de Elena Valenciano ayer en Twitter: «No dimitas por eso, Olvido. Ni se te ocurra». Y apostilla, «yo apoyo a Olvido Hormigos».

No hay razón para dimitir y hasta donde yo sé nadie le ha pedido que lo haga. Dice la señora Hormigos que no quiere perjudicar a su partido ni a su familia, aunque ni uno no otra han sido perjudicados por su performance. Es más, si me permiten un excurso sentimental, me gustaría felicitar a su marido. ¡Cuántos maridos españoles desearían que los pensamientos de su mujer en trances como el comentado fuesen para ellos. Dedicated to the one I love, aunque sea sin la música de The Mama’s and the Papa’s.

A falta de más datos todo  permite suponer que la señora Hormigos guardó el video en un ordenador que en algún momento se escapó a su custodia y un desaprensivo colgó el video en Youtube. Tal vez, la concejala haya visto asaltado su pudor al ver a disposición de la chusma universal un acto íntimo, concebido y ejecutado como un regalo ‘sólo para tus ojos’ a su marido y padre de sus hijos y sea esa la causa de su, al parecer, irrevocable decisión.

No estoy de acuerdo con que renuncie, señora. Seguro que usted puede encontrar las palabras adecuadas para explicárselo a sus hijos, todavía pequeños. Ahora la cuestión sería identificar al desaprensivo que colgó el video en la red y que la justicia haga su trabajo. Creo que en este caso no vienen a cuento expresiones esencialistas como la del diputado Madina: «Basta ya de esa España de Bernarda Alba, por favor». Ningún responsable político español, de concejal para arriba, la ha acosado ni le ha exigido la dimisión.

Es usted joven y tal vez no lo recuerda, pero en este país hubo un caso de acoso a una mujer desde la intolerancia. La víctima se llamaba Miriam Tey y era directora del Instituto de la Mujer. Era también copropietaria de una editorial que en el año 2003 publicó una novela (obra de ficción) del escritor Hernán Migoya, que llavaba el título de ‘Todas putas’ y era el diario (apócrifo, naturalmente) de un violador. Todo el feminismo socialista pidió su cabeza. Las directoras generalas de la Mujer de autonomías gobernadas por el PSOE, encabezadas por Llanos Moreno, que ejercía en Castilla-La Mancha, comunidad a la que pertenece el municipio de Los Yébenes atacaron en cascada. Esa es la España de Bernarda Alba, joven e inexperto diputado. ¿No ha reparado usted en que la tierra de la Bernarda (no es metáfora) ha sido siempre de izquierdas? Pobre Sófocles, si hubiera llegado a coincidir con esta tropa cuando formuló el mito de Edipo.

Por eso, Olvido, permíteme la familiaridad del tuteo, creo que no debes dimitir por algo que pertenece en exclusiva a tu propia intimidad y a la del afortunado a quien se lo dedicabas. Permíteme que yo a mi vez te dedique, con todo respeto (y sin manos) esta hemosa canción que antes citaba.