Doble contabilidad

La edición web de El País se apunta al optimismo institucional que en la lucha antiterrorista difunde el Gobierno. No es que en días como estos no haya motivos para celebrar, pero son cuatro, no seis. Las detenciones de la quinta y el sexto son, en realidad, producto de la doble contabilidad. La culpa no era toda, ni mucho menos, del periódico. He aquí la nota del Ministerio:

El etarra ‘detenido’ Josu Rodríguez Mallaviarrena, que ha llevado al Ministerio del Interior a destacar que con esta sexta detención se ha propinado «un duro golpe a la estructura de la organización de ETA», no era tal. En realidad, Josu Rodríguez fue detenido el 17 de octubre de 2007 y condenado  por la Audiencia Nacional a 4 años de cárcel, el 10 de octubre de 2011, mediante sentencia que fue recurrida ante el Supremo, mientras el condenado permanecía en libertad provisional.

El más alto tribunal (con permiso del Constitucional y de la consejera de Presidencia del Gobierno Vasco) estimó parcialmente el recurso y rebajó la condena a tres años el pasado 15 de junio. La ‘detención’, que ha supuesto tan duro golpe a la banda, es simplemente que la Policía ha ido a buscarlo a su casa para conducirlo a la cárcel para que cumpla condena.

Otro tanto cabe decir de la ‘quinta’ detenida, Maialen Zuazo. Su detención el pasado miércoles en Bilbao, no fue más que el trámite final de una aventura judicial que comenzó con su detención el 22 de julio de 2008, en una operación contra el comando Askatasun Haizea (comando Bizkaia, en una reencarnación anterior). Zuazo fue condenada a 7 años por la Audiencia Nacional el 29 de abril de 2011. Recurrió ante el Supremo (léase el texto de hace dos paréntesis) y ahora, después de que el TS confirmara la sentencia de la AN, la Policía ha ido a buscarla a su casa para que cumpla dicha condena.

Hay en las ‘detenciones’ de esta pareja un factor que sí abona el optimismo, pero al que no hace referencia el Gobierno. Tiene relación con la existencia lumpen de Troitiño y su compañero en un suburbio de Londres. Tiene algo que ver con el final de ‘La huída’ (la novela de Thompson, no su versión cinematográfica que dirigió Peckinpah). Doc McCoy y Carol pasan la frontera con el botín del atraco y se dirigen a una ciudad sin ley, un refugio para delincuentes. Era algo parecido a aquel poblado somalí en el que, después de que los piratas cobraran el rescate de los pesqueros vascos, subía el caché de las putas en un 1000%. Y en general, todos los servicios.

Doc y Carol agotaron el dinero pronto, tuvieron que volver a EEUU y fueron detenidos. La novela terminaba de manera más parecida al final que impuso la censura franquista, con una voz en off inexistente en la versión original, que pronosticaba su caída, mientras ellos se adentraban en México en la camioneta que habían comprado a Slim Pickens

Troitiño malvivía en Londres mientras se hacía la ilusión de que la organización se haría cargo de él para llevarlo a Venezuela. Eso no llegó a pasar nunca, pero a veces, el periodismo… Vean aquí arriba la noticia con trece meses de adelanto. Su huída no le sirvió de mucho y su captura le obligará a cumplir la tolatidad de su condena a la luz de la doctrina Parot. Los dos últimos capturados en Bilbao estaban esperando pacientemente en sus domnicilios a que fueran a buscarlos para ir a la cárcel. No se les ocurrió la huída, ¿para qué? Esto sí es un hecho positivo porque revela la carencia de expectativas de la banda.

Fíjense en la noticia adelantada del viaje a Venezuela. No se puede uno fiar del Gobierno ni de los servicios secretos. Te dan la noticia con cuatro o cinco años de retraso o con trece meses de adelanto (el viaje de Troitiño).

Yo mismo cometí una vez el error de creer a un tipo cualificado de los servicios secretos. Fue en las navidades de 2005, cuando todos considerábamos inminente una tregua que llegó tres meses más tarde. Hablamos sobre ello. Él me p’reguntó hasta cuándo creía yo que duraría la tregua. Dije que hasta las elecciones municipales de 2007. Él me respondió que era una hipótesis optimista: «no termirán 2006 sin volver a matar». Yo le creí ¿por qué iba a mentirme? y luego comprendí mi error, cuando mi presidente del Gobierno dijo el 29 de diciembre de 2006: «Estamos mejor que hace cinco años y el año que viene estaremos mejor todavía». Además, el negociador Eguiguren había estado en noviembre de 2006 con Mikel Antza y éste no le había dicho nada al respecto.