Entre Gandhi y Obélix

Lo hemos visto como Moisés, también ha sido Martin Luther King, Mahatma Gandhi y, en este camino de perfección, su último personaje ha sido Obélix. El hecho de que José Luis Rodríguez Zapatero hubiera escrito un libro ¡él solo! ya ponía a prueba la credulidad del público, aunque hay señales inequívocas que así lo prueban. Lean nuevamente las frases en la entrada de ayer y comprenderán de inmediato que la cursilería inherente, esas pompas de jabón y la gota de agua que dejan cuando estallan son de su alma y de su pluma. No hay negro capaz de perpetrar así.

La mera posibilidad de que Artur Mas haya escrito un libro desafía todas las leyes de la lógica. De ahí que los dos libros que protagoniza en los últimos dos años se los hayan escrito sendas negras.

Pilar Rahola Martínez, Segunda Martínez,* tuvo que ser la primera, con una hagiografía titulada ‘La máscara del rey Arturo’. ‘El rey Artur llegó a Camelot’, tituló un reportaje artúrico, claro, en La Vanguardia, ¿dónde si no? Testimonios impresionantes de que este hombre es, después de todo, humano. Por ejemplo, el de su peluquero, que le recorta con mimo los pelitos de la nariz: «Corto los pelitos de la nariz porque ya tenemos al president en marcha». Tal vez lo encuentren un pelín realismo sucio, pero la biógrafa y su pueblo, son así, como ha sabido captar Arcu con el gadget del caganer.

Teresa Pous le ha escrito el segundo, bajo el formato conversaciones con: ‘Servir Catalunya. Artur Mas. L’home, el polític, el pensador’. Estamos ante un libro «de unas 251 páginas», dice el periódico del Grande, en un modelo de imprecisión calculada. Podría escribirse «de unas 250 páginas», página arriba, página abajo, es lo que tienen los números redondos, pero, ¿de unas 251?

Hay un detalle de la infancia de nuestro héroe que viene a explicarlo casi todo: «En formato entrevista, el libro explora la faceta más personal de Mas: su primer recuerdo cuando de pequeño le cayó en la cabeza una paella con aceite caliente». Desde entonces es así.

Era inevitable: las analogías tontas, la historia vista por Jordi Bilbeny. Colón, Cervantes y otros catalanes alternativos. Y después de Moisés, Luther King, Gandhi, teníamos que llegar naturalmente a los héroes de ficción, al cómic, al tebeo. «Ardo en deseos de que visite Eurodisney», escribió Layetano. Pero Disneylandia no puede llamar a un líder soberanista desde que Armand Mattelart y Ariel Dorfman previnieron al mundo de las izquierdas y la liberación nacional con aquel pasmoso libro: ‘Para leer al Pato Donald’. Es mucho más conveniente el poblado de los irreductibles galos que resisten, ahora y siempre, al invasor.

Y aquí sí hay paralelismo. A Arturet se le cayó encima una paella con aceite caliente. El pequeño Obélix se cayó dentro de la marmita de la poción mágica. Los dos son fuertes guerreros muy dotados para enfrentarse al invasor: Obélix a los romanos; Artur, a los espanyols. es verdad que ninguno de los dos son los guerreros más inteligentes de sus respectivas tribus, pero, qué le vamos a hacer, no se puede tener todo.

* Nuestro Señor Jesucristo/ nació en un pesebre./ Donde menos se espera/ salta la liebre.