Un país de senderistas

El presidente del Euskadi Buru Batzar asombró ayer a propios y a extraños al explicar a ETA durante su comparecencia en el Forum Europa que «la entrega de los arsenales es una necesidad imperiosa para avanzar en la senda de la paz». Y luego, ya libre de ataduras lógicas, emplazó a la banda terrorista a dar este paso «ante las instituciones de Euskadi o un representación de las mismas» y no «ante el Ejército español o la Guardia Civil, para que sea la sociedad vasca la que las destruya en un gesto simbólico de ‘nunca más'».

Vayamos por partes. Uno, que tiene simpatía antigua y corporativa hacia el presidente del PNV, debe hacerle ver en el comienzo de su propuesta un cierto tratamiento, ¿cómo diría yo? asimétrico. Nada menos que ‘arsenales’ y en plural, son para Ortúzar los depósitos de armas de guerra de los terroristas. Estos, mucho más comedidos, se conforman con llamar ‘zulos’ (agujeros) a los lugares donde ocultan sus herramientas. O sea que ellos tienen arsenales y nosotros una necesidad ‘imperiosa’. A partir de aquí la expresión naufraga en una banalidad. La entrega de los arsenales debería corresponderse, qué menos, con las grandes alamedas de la paz que recorreremos en multitudinaria manifestación, no haciendo senderismo, por mucho que sea una actividad muy vasca.

Lo que viene a decir Ortuzar es lo que ha plasmado Arcu en la ilustración de este comentario: que entreguen las armas a los de las nueces. La propuesta tiene un primer problema, del que da cuenta Florencio Domínguez en su columna de hoy: que no son partidarios de entregarlas. Antes destruirán una parte ellos mismos, como el IRA, aunque tampoco pueda descartarse que no las entreguen en absoluto.

Una de las cosas que no vería mal el PNV es la exigencia del desarme bilateral, es decir, que ETA entrega las armas a cambio de la salida de Euskadi del Ejército y las FSE. Qué gran momento y que gran acto: imaginen el nuevo San Mamés, con el Gobierno vasco o, en su defecto, el Euskadi Buru Batzar en una presidencia montada ad hoc. Ante él, una representación de ETA y los jefes del Ejército y los Cuerpos de Seguridad. Los primeros arrojan la ferralla a los pies de los burukides, como Vercingétorix a los pies del César en la iconografía de Astérix. Los segundos, entregan después las llaves de sus cuarteles. Podría servir la imaginería de Boabdil entregando las llaves de Granada a los Reyes Católicos.

Si ETA tuviera que escenificar esa imagen de la derrota, que no está en absoluto por la tarea, preferiría entregar sus armas al enemigo vencedor. La imagen sería la de Maroto y Espartero, abrazándose en Vergara. ¿Cómo se las van a entregar a los que entregaron las suyas a los italianos en Santoña, posibilitando a Bergonzoli el tanto de la honrilla para una acción bélica bastante discreta, las cosas como son.

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