Los cencerros tapados

Estas tres capturas de pantalla pertenecen a otros tantos titulares de la prensa española en los últimos veinte días y dan cuenta del gusto que le están cogiendo nuestros dirigentes a la precaución de taparse los cencerros antes de  mantener una reunión en la que vayan a hablar de algo que nos afecte, mayormente los asuntos catalán y vasco.

Recordarán que el último desplante de Artur Mas antes de ser recibido por Mariano Rajoy fue anunciar la composición del Consell per a la Transició, el organismo en el que Pilar Rahola ¡Virgen Santa! va a contribuir a definir la hoja de ruta a la independencia. Los dos presidentes no hablaron de Pilar Rahola, ni del Consell, ni de la independencia, sino del asunto de la financiación que tiene a Cataluña en ascuas.

La historia se ha repetido con Urkullu. Aprovechando que el lehendakari no tenía que conciliar con la familia, se pasó por La Moncloa y echó un rato en amigable cháchara con Mariano. Como era de rigor, la víspera del encuentro, el presidente vasco compareció ante los medios para reivindicar su derecho a la conciliación familiar y su programa de Gobierno, 600 medidas para salir de la crisis, asentar la paz y acceder a la soberanía:

«Necesitamos alcanzar un ritmo de desarrollo que es imposible de lograr mientras dependamos de circunstancias de terceros países. [¿Por qué el plural, si quiere decir España? Por otra parte, ¿quiénes son los segundos,  lehendakari? ¿No cree, además, que nuestro ritmo de desarrollo y todo los demás depende de segundos países, terceros y hasta decimocuartos? Sobre todo, del tercero, leyenda. A ver quién cree que paga estas misas si no es la privilegiada financiación de la CAV por la vía Concierto y Cupo] Y esto exige aplicar y estructurar políticamente el principio de soberanía, esto es, derecho y capacidad para decidir nuestro propio futuro. No por enfrentamiento político sino por el interés de la ciudadanía».

Y al día siguiente, a La Moncloa a ver si arreglamos los problemas. «Y venga a pedir dinero y más dinero», como dijo Negrín el 29 de julio de 1937. Suponemos, porque nuestros gobernantes no se creen obligados a dar explicaciones de sus cosas, mientras hablan admirativamente de la transparencia. El País publicó un editorial irreprochable, después del encuentro clandestino Rajoy-Mas. Es de suponer que también vale para la cita secreta Rubalcaba-Navarro-Mas.

Cataluña y Euskadi han conseguido la bilateralidad en sus relaciones con el Estado. Nadie más tiene vela en ese entierro. Uno, a partir de ahora, reclama que los dirigentes autonómicos catalanes y vascos puedan emplear sus respectivas lenguas propias en sus encuentros secretos con el presidente del Gobierno. Y en las Cámaras legislativas. Sin traductor, por supuesto. Como decía Jabois el viernes en razonada protesta contra la actitud de Jesús Posada, que expulsó -adjunto, sirena y puerta- a Joan Tardà, que se empecinó en hablar en catalán en el hemiciclo: «¡ni que fuera Ortega y Gasset!»