El último fusilado del franquismo

Baltasar Garzón ha vuelto a aparecer en los medios, concretamente en el diario El País, donde le entrevista Natalia Junquera. La conversación tiene un alto contenido metafórico como puede verse en el titular: “Soy el último exiliado del franquismo” y en su contraste con lo que escribe la autora en la entradilla: “Lo dice mientras entra en el parque del Retiro…” Véase también lo que dice el pie de foto: “El exjuez Baltasar Garzón, en Madrid el pasado miércoles».

Ya lo cantaba aproximadamente Caco Senante: “¿Qué es lo que haces tú aquí/ un exiliado en Madrid?” El exilio es lo que tiene: como en casa, en ninguna parte.

Pregunta. ¿Por qué aceptó coordinar su defensa (se refiere a la de Julian Assange)? ¿Qué impresión le causó Assange?

Respuesta. (Responde primero a la segunda pregunta). Es bastante diferente de las fotos que yo había visto. Me pareció una persona muy firme en sus convicciones, en su defensa de la libertad de prensa, de información, de expresión. Le vi muy tranquilo, pese a su situación de riesgo para su integridad física y psíquica. Vi que no tiene ningún temor a que se le juzgue, pero quiere que se haga con garantías. Se le está investigando y persiguiendo por algo diferente de lo que se dice. [¿Cómo sería en las fotos que había visto Garzón?¿vacilante en sus convicciones, dubitativo en la libertad de prensa, de información, de expresión?¿nervioso, temeroso de sentarse en el banquillo, porque quiere que se le juzgue sin garantías?¿Qué revelarían las fotos que Garzón había visto?¿Ha perfeccionado Alberto Schommer aquellas inefables fotos psicológicas de antaño?]

(…)

Le dolió especialmente la (consideración de las escuchas como) de prácticas propias de “regímenes totalitarios”. “En mi juventud, lo único que hice fue pelear contra la dictadura. Soy juez desde los tuétanos y comencé mi ejercicio profesional después de la Constitución, al contrario de algunos de los que estaban en ese tribunal —el Supremo—. No he bebido de otras fuentes más que de la lucha contra los totalitarismos, por activa y por pasiva, despierto y en sueños. No sé si ellos pueden decir lo mismo. [He aquí un primer detalle extraordinario, privativo de los que han sido tocados por la gracia de la predestinación, aunque no sepa usar correctamente las preposiciones, lo que explica en parte la calidad de sus autos. Podría haber dicho: «soy juez hasta los tuétanos», no ‘desde’; sería otra metáfora, pero perfectamente comprensible. El realidad, como habrán sabido descodificar todos los lectores, es juez desde la oposición a la judicatura. El asunto tiene cierto interés, porque da lugar a otra superchería: la idea subyacente de que él no quiso ser juez hasta la democracia. Nuestro héroe nació en 1955 y aprobó las oposiciones en 1981, cuando contaba 26 años, una edad razonable para sacar unas oposiciones para un licenciado con aplicación. Desde aquí le brindamos otra frase para una próxima entrevista: «fue el golpe de Estado del 23-F lo que me impulsó a ser juez para ayudar a asentar la democracia.

Quien ciertamente no puede decir lo mismo es el más ardoroso defensor de Baltasar Garzón, el fiscal Carlos Jiménez Villarejo, que acusó a los miembros del Supremo de lo mismo que su patrocinado. La cuestión es que Villarejo entró en la carrera fiscal en 1962, juró, como era preceptivo, los Principios del Movimiento y no se le conoce reacción alguna a tres tropelías judiciales que la dictadura cometió mientras él ya era fiscal: los consejos de guerra contra el comunista Julián Grimau García y los anarquistas Francisco Granados Gata y Joaquín Delgado Martínez, rematados con sendas penas de muerte: Grimau fue fusilado el 20 de abril de 1963; Granados y Delgado, agarrotados el 18 de agosto del mismo año. Hay que joderse, Baltasar, cómo dice usted exiliado: es usted el último fusilado del franquismo. La prueba es que su ‘interviú’ ha sido realizada por una especialista]. 

Hay bastante más, pero bastan dos botones.